La Bóveda del Fin del Mundo abre sus puertas

El banco de semillas es una auténtica caja fuerte, en medio del Ártico. (Corbis)
El banco de semillas es una auténtica caja fuerte, en medio del Ártico. (Corbis)

La guerra en Siria ha obligado a que por primera vez en siete años se abra la misteriosa «Bóveda del fin del mundo», situada en el Círculo Polar Ártico, concretamente en Longyearbyen, una región con el 60% de sus islas cubiertas por glaciares y en la que durante cuatro meses (octubre a febrero) sus poco más de 2.000 habitantes viven en la más absoluta oscuridad. El principal atractivo económico de las islas es el carbón y, hasta que llegaron los primeros balleneros y cazadores modernos, que se asentaron en sus costas, nadie se había atrevido a vivir allí. No obstante, esta zona sería prácticamente desconocida si no albergara uno de los proyectos científicos más fascinantes y ambiciosos de este principio de siglo: la ‘Bóveda del Fin del Mundo’, inaugurada en 2008 para proteger la biodiversidad.

Desde esa fecha hasta la actualidad, este banco de semillas global todavía no había recibido ninguna solicitud para la apertura de sus puertas. Ahora, el Centro Internacional de Investigaciones Agrícolas en Zonas Áridas (ICARDA), ha pedido que la bóveda se abra por primera vez para reemplazar un banco genético en la ciudad de Alepo, Siria, que ha sido dañado por la guerra. El banco de semillas de Alepo ha mantenido el funcionamiento en parte, incluyendo un almacenamiento en frío, a pesar del conflicto. Sin embargo, ya no es capaz de mantener su papel como centro de cultivo de semillas y su distribución a otras naciones, principalmente en Oriente Medio. La organización quiere retirar casi 130 cajas de 325 que había depositado en la bóveda, que contiene un total de 116.000 muestras.

El Banco Mundial de Semillas de Svalbard, también llamado «Arca de Noé de las semillas», fue inaugurado en 2008 para proteger la biodiversidad de cultivos en caso de desastres naturales o guerras mundiales. Esta bóveda guarda 860 mil muestras de semillas de toda clase de cultivos -inclusive el cannabis- provenientes de más de 100 países que representan en torno a la mitad de los cultivos que se conocen en el mundo. Las semillas son propiedad de los bancos de germoplasma de los distintos países que las envían a resguardar, y el material está disponible únicamente para el depositante, sin fines comerciales sino únicamente en pro de la conservación. Muchos países se han implicado con el proyecto pero también hay notables ausencias. Japón y China aún no se han unido a la causa y la India, aunque ha puesto dinero, sigue siendo cauta con sus aportaciones. A pesar de eso, la primera cámara está a punto de llenarse y ya han comenzado las operaciones para aclimatar el espacio adyacente, con capacidad para albergar 300.000 nuevos especímenes.

Longyearbyen es la capital y donde vive la mayor parte de la población de la zona.
Longyearbyen es la capital y donde vive la mayor parte de la población de la zona.

Las mejores condiciones para la preservación

Noruega es el propietario de este búnker de 130 metros de profundidad, instalado en una montaña de piedra arenisca. Svalbard ofrece unas condiciones estables -entre ellas, un frío natural permanente- para el mantenimiento de las semillas, lejos de los fallos de electricidad, los problemas financieros, los fenómenos naturales extremos o los conflictos que asolan otras partes del planeta. Esta bodega puede resistir terremotos, erupciones volcánicas, radiación y la elevación del nivel del mar.

Para evitar la pérdida de la diversidad biológica, en concreto la de las plantas, los bancos de semillas se han consolidado como un refugio necesario para mantener las variedades y facilitar su adaptación al cambio climático. Lo que se busca ahora son ‘semillas todoterreno’, capaces de resistir las plagas, la falta de agua o los suelos con alta concentración de sal. Pero para lograr su adaptación primero hay que conservarlas.

En su interior el banco de semillas parece un almacén cualquiera, aunque muy frío. (Corbis)
En su interior el banco de semillas parece un almacén cualquiera, aunque muy frío. (Corbis)

Financiación

A veces la falta de recursos impide mantener las semillas en buen estado, por eso, además de la financiación, son precisos los trabajos de duplicación del material vegetal que investigadores de todo el mundo llevan a cabo.

La institución encargada de gestionar el almacén, The Crop Group, es un organismo autónomo, pero depende del Global Crop Diversity Trust, un fondo de capital mixto público y privado en el que participan numerosos estados (incluido España), y también la Fundación Bill y Melinda Gates, que ha aportado 25 millones de euros, así como otras fundaciones y asociaciones, públicas y privadas.

Un futuro plagado de incógnitas

Pese al optimismo que desprende “la caja fuerte del fin del mundo”, hay quien duda de su efectividad. Los cultivos están siempre cambiando, las enfermedades y las plagas se adaptan, y el calentamiento global es un desafío. En sólo unos 50 años, los agricultores de todo el mundo han dado la espalda a cientos de miles de variedades de cultivos que hoy son irrecuperables.

Se cree, por ejemplo, que China ha perdido el 90% de sus variedades de arroz; los campesinos de EEUU, que cosechaban 400 variedades de guisantes a principios del siglo XX, hoy sólo plantan dos tipos; y en las fruterías de España, donde siempre ha habido magníficos tomates, hoy es difícil encontrar algunos que no sean de las variedades insípidas de los años 60, diseñadas para lograr una mayor producción, adaptarse a los invernaderos y resistir largos procesos de transporte y almacenamiento.

¿Merece la pena emplear tantos recursos? ¿Realmente están nuestros cultivos en peligro? ¿Seguirán siendo útiles las semillas almacenadas cuando sea necesario plantarlas en un escenario completamente distinto? Nadie lo sabe pero según las previsiones de la ONU, en 2050 habitaremos el mundo nueve mil millones de personas, un 34% más de los que somos ahora. Y algo tendremos que llevarnos a la boca si desaparecen por completo las culturas agrícolas tradicionales.

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Fuentes: Bioverde, El Confidencial, Actualidad RT, Agencias 

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