La travesía continúa…

Hola de nuevo amigas y amigos de esta Verde Mar que es el Mundo de María, es un placer estar con vosotras/os,

En una entrada anterior versaba de cómo conocí a María, y de cómo comencé la travesía por su Verde Mar. Llegan  recuerdos que Syrup trae a mi mente en estos momentos posteriores al boong que acabo de fumar. Su sabor inmenso me atrapa y mi mente vuela de vuelta a aquellos tiempos de mi juventud, e ignorancia… Aquí lo comparto:

Fue pasando el verano, cada día pasábamos más horas en los bosques aledaños, la mayor parte del tiempo fumando, jajaja…El costo se acabó, pero Claire no tenía problemas para conseguir maría, y yo no tenía problemas con el dinero, así que imaginad… Según pasaban los días comencé a olvidarme del costo y a apreciar más la marihuana. Su colocón era distinto, más místico y te dejaba moverte, apreciar la belleza de los bosques.

También aprendí a orientarme en ellos, a buscar el norte en la corteza de los árboles…Y que Claire no sólo me contaba historias de hadas y de los antiguas Dioses celtas, sino que también creía en ellos, y a mí comenzaban a gustarme… Más no os voy a aburrir con el tema, que es largo y extenso.

Fumando en los bosques
Fumando en los bosques

Un ‘regalo’ inesperado

Llegó septiembre y mi cumpleaños, el día 5 cumplí los 15. Una semana más tarde se presentaron mi madre y mi hermana. Por fin volvía a casa, a mi bahía, a sus aguas…Era feliz, ya que aunque el verano había sido mucho más divertido de lo que en un principio pensé, lo añoraba. Claire me consiguió más hierba y preparé mi libro para llevarme de vuelta a casa. Pensaba triunfar entre mis amigos… -¡Iluso!- no sabía aún que me faltaban dos años para ello.

Pues bien, después de despedirnos y montar en el coche mientras observaba alejarse la que había sido mi casa los últimos dos meses, observé una mirada extraña en mi hermana, como de triunfo…

 – ¿Que estarán tramando?- pensé yo mosqueado…- Aquí pasa algo, demasiado bien las conozco.

Mis sospechas se vieron confirmadas cuando, en un cruce, el coche tomó la dirección de Cork en lugar de hacia Dublín.

– ¿A dónde vamos?- pregunté esperanzado que fuera tan solo una visita, o algo así. Vano sueño.

– A tu nuevo colegio, contestó mi madre, tu padre y yo hemos decidido que estudies 5º y 6º de Bachillerato aquí, en un colegio privado. Es lo mejor para ti, además ten en cuenta el gasto que supone, y todo por tu futuro… Además volverás en Navidades, Semana Santa y por supuesto, en verano añadió.

Y yo por dentro rabiando. La odiaba antes, pero desde ese momento dejé de hablarle, total para qué. Me iba a pasar dos años encerrado, me había ganado. Pero mi Abuelo y mi tío Chele me habían enseñado a no rendirme, y esta vez tampoco lo haría: “a la Mar, Proa”, dicen.

El colegio era religioso, especializado en casos como el mío, jaja… Había chavales de toda Europa, y de cada casa, lo mejor.

Nada más llegar nos recibió el director, un cura joven para el cargo. Se presentó y, dirigiéndose a mí dijo:

– Olvide todo lo que ha aprendido en los colegios que ha estudiado antes. Otra cosa, aquí los vicios privados no se permiten, añadió mirándome fijamente, para continuar, al menos entre las paredes de esta casa…

El vello se me erizó. Era una mirada fría y dura, de las que no engañan, así que decidí hacer caso y volverme lo más invisible posible. Gracias a ese aviso la hierba que llevaba me duró bastante, jaja… pues solo fumaba por la tarde, cuando después de la merienda nos dejaban salir una hora y media a pasear por los alrededores. Descubrí con asombro que nuestras habitaciones no las tocaban y eso me tranquilizó, no encontrarían mi hierba, además el libro era un buen escondite.

Pasó el primer trimestre, ya estaba plenamente integrado en la rutina diaria, aguardando con impaciencia las Navidades en que todos iríamos a casa. Los días pasaban lentos…

Y llegó el 19 de diciembre y las vacaciones. Estaba preparándolo todo en mi habitación cuando llamaron a la puerta.

– Pase, dije, y entró un compañero que me dijo:

– Tienes una llamada de teléfono, y se marchó

¿Una llamada? Pensé lo primero en lo peor, mi padre…Sabía que estaba enfermo y en vísperas de cruzar al más allá, pero tan pronto no lo esperaba. Bajé corriendo hasta la secretaría.

Falsa alarma, cuando cogí el auricular era mi querida madre, me informaba que mi padre estaba muy mal, que no tenía que preocuparme, ya estaba mejorando… Pero que no podía ir a buscarme y claro, que si yo solo, que era un viaje tan largo, tantos enlaces… Total que me quedaba a pasar las fiestas en el colegio

Siempre había sido un niño solitario que gozaba de serlo, pero jamás hasta ese día había sentido una soledad tan profunda, una sensación de abandono, de estar solo en este mundo como cuando se apagaron las luces de mi habitación. Esa noche no dormí… Me hice un peta hacia la medianoche, abrí la ventana, lo encendí aún sabiendo que estaba prohibido, di varias caladas apoyado en el alféizar y miré a la profunda noche.

De niño a hombre

Esa noche pasé de niño a hombre, y comencé mi propio camino.

Menos mal que me había aprovisionado de maría, ella me ayudo a sobrellevar mi odio en la soledad de los largos paseos que daba por las tardes por los solitarios campos cercanos al río Lee, pues en Cork me hubiera sido imposible conseguirla.

Comprobé más adelante que no era el único, pues aparte de mi, otros varios también compartían mi suerte. Comenzadas las vacaciones el director nos llamó y nos dijo que en vacaciones podíamos ir a un pueblo costero cercano, Youghal, a varios kilómetros en el autobús, e incluso que podíamos quedarnos allí a dormir avisando antes,  en una casa que tenía un arreglo con ellos para el asunto, faltaría más. ¡Bien! – grité para mis adentros- Al menos vería la Mar de nuevo.

Pedí permiso al día siguiente y el director avisó a la casa permitiéndome salir por fin de mi encierro. Cercano dijo, unos cincuenta kilómetros, jaja… y en autobús por las carreteras de entonces, casi tres horas de viaje, pero mereció la pena.

Pasé los días en el pueblo, pequeño y tranquilo entonces, ahora ha sufrido la invasión del turismo masivo, siempre cerca de los muelles del barrio de los pescadores. Está en la desembocadura del río Blackwater… o Aguas Negras, en una bella bahía, aunque menos que la mía de Santander, que lo es como pocas en el mundo.

 Mar de Irlanda
Mar de Irlanda

Caminaba hasta el final del espigón y allí me sentaba en un noray fumando petas soñando con navegar, hasta que un día que hacia allí me dirigía, al pasar junto a un joven pescador que estaba trajinando con unos aparejos, este me espetó con un acento irlandés cerrado casi imposible de entender:

-Ese no es un buen sitio para fumar, el pueblo es pequeño y la gente no es tonta, el humo blanco canta.

Me dejó de piedra…

– ¿Cómo?- contesté una vez le hube comprendido.

– Que ese no es un buen sitio para fumar amigo, pareces lelo, pero claro, eres uno del colegio de Cork. ¿No? Me fijé en él, sería unos cinco años mayor que yo, de mi altura, su mirada era clara e inspiraba confianza.

– Sí- le contesté, para continuar – ¿Y dónde pues?

-Pues en la costa, jaja… allí es más tranquilo y das menos el cante. Y siguió con lo suyo.

Agradecido por el aviso me encaminé de vuelta hacia el pueblo, y dejándolo atrás llegué hasta la playa y busqué un sitio discreto. Desde allí se contemplaba inmensa la Mar de Irlanda,  Muir Cheilteach, o Mar Céltica, que allí dicen.

Al día siguiente lo volví a encontrar y se presentó, se llamaba Steven y era pescador, trabajaba en el barco de su padre. De paso me preguntó que dónde conseguía la hierba… Ya está, pensé para mis adentros, este vende. Le conté la verdad y que no sabía dónde ahora. Me invitó a fumar un peta, es de la mía dijo. Entonces comprendí que la cultivaba él… hasta ese momento nunca se me había pasado el tema por la cabeza, tan solo la compraba y fumaba.

Trabamos amistad y fue quién me proveyó de ella durante toda mi estancia en Irlanda.

Como os he contado anteriormente, por aquél tiempo la mayor parte de la hierba que se fumaba tenía semis y yo aún no había oído hablar de ella sin.

Durante las largas fumadas que nos dábamos me contaba cosas de la hierba, de cómo los mexicanos la comenzaban a desmachar… También de los años 50, de la generación beatlos 60 y los hippies, los Reefer…

Decía que la maría era la llave de la rebelión contra la autoridad, jajaja… Se le notaba la vena rebelde que tienen la mayoría de los irlandeses que conozco.

Él me enseñó sus plantas y habló sobre su cultivo por primera vez. Y también me habló de las primeras variedades de Sativa en América del Norte a principios de 1970, la famosa Polly o la Oro Edén, que eran el resultado de híbridos entre variedades de México o Jamaica, de  las variedades  de Panamá, Colombia y Thailandia, cuya selección continua dio paso más tarde  a las sativas más legendarias: La Original Haze, el Big Sur, la Purple Haze, Three Way, Mawi Wowie, Gold Medal… y a todas las posteriores.

Me habló de Timothy Leary, del LSD, que por entonces se tomaba en terrones de azúcar, echando en él una o más gotas, de los sueños que producía, las risas…

¡Qué tiempos aquellos! Pero esa es otra historia, que ya llegará en su día.

Bueno Amigas y Amigos de esta Verde Mar, espero no haber sido demasiado pesado, es ya la hora de dejaros, y de paso de fumar un buen Boong de Syrup A Vuestra Salud… ¡Hasta pronto!

Por Adryc Manëllson. @Apez140

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